Ateneo Fuente: Claustro del conocimiento
del pueblo coahuilense
El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos
se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando
al mundo sufre los efectos de su propia transformación.
Paulo Freire.
Luis Fernando Hernández González.
La historia de este centro educativo data de 1863, cuando el gobernador Gral. Andrés S. Viesca, crea el Ateneo Fuente en memoria al insigne patriota republicano, ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno del Presidente Benito Juárez, don Juan Antonio de la Fuente, saltillense de origen y hombre de conducta ejemplar, cuando más nuestra patria lo necesitaba su expresión: no luches contra mi patria, mi patria es invencible, frase con la cual define su posición ante Napoleón III, en defensa del honor nacional por la invasión francesa del siglo XIX.
Ya en el gobierno de Don Nazario S. Ortiz Garza, en 1933 se funda su actual edificio, que alberga a este importante centro formativo de la juventud de Coahuila, sitio en el cual el destacado educador profesor Federico Berrueto Ramón, pronuncia un discurso concerniente a ese evento, que aun pasado el transcurrir del tiempo durante un buen número de décadas, continua vigente por la profundidad de sus conceptos y aseveraciones, de una sociedad comprometida con la conciencia y la libertad general del ser humano.
Es en esa ocasión cuando el propio Berrueto Ramón, nos habla del esfuerzo social, del trabajo, de la desigualdad, de la injusticia, del dolor, de la explotación y del hambre que se percibe en el sentir del pueblo de aquel momento de 1933, su lucha señala con precisión en ese discurso de apertura del nuevo edificio que se inauguraba, “es la reivindicación social bajo todos los conceptos, en donde emerja la sabiduría que de sentido a la justicia y a la igualdad, entre los hombres y mujeres de esta tierra coahuilense”.
Apertura que se da aun al calor de las pasiones revolucionarias acontecidos un par de décadas atrás, situación que describe el maestro Berrueto Ramón, con fina apreciación, teniendo como fundamento en su razonamiento la Justicia Social y la participación democrática en la adquisición del conocimiento, que había buscado con ahínco la gesta revolucionaria del pueblo mexicano.
En su intervención de esa ocasión agrega el maestro Berrueto Ramón:
“En el sindicato, en la comunidad agraria, verbos rebeldes e inconformes claman justicia; hombres rudos encienden odios y venganzas; la opulencia de los amos duela en la miseria de los pueblos y el resentimiento del que se siente despojado hincha los músculos del desquite; un día caerán, dicen unos; un día, juicio final de nuestro sistema económico, los instrumentos de producción, que deben ser para la felicidad humana, serán nuestros, dicen otros”.
“Por otra parte, los gobiernos de la Revolución intervienen buscando medios que mejoren las condiciones de los desposeídos: tal es el espectáculo que presenta nuestra vida y ante él no podemos cerrar indiferentes los ojos; el espíritu debe tomar su posición no por arribista impulso de coger situaciones ventajosas, sino con el deseo desinteresado de no ser espectadores aprensivos en la tragedia humana; el espíritu debe tomar su posición elaborando la ética del individuo; de un lado la comodidad y el placer presiden la vida y del otro en unos cuantos, todavía el desinterés irrumpe generoso para dar una generación de profesionistas y apóstoles; ya en nuestros centros de alta cultura se libra esta lucha que principia por gesta sangrienta y culmina con lucha espiritual; cuando esta ética ha invadido los centros científicos para hacer del saber una actividad en beneficio social, hemos de convenir en que principiamos a acertar en una renovación de valores; saber desinteresado con saber de dominio y de técnica, que diría Max Scheler, y saber de salvación que se haga en bien de nuestras manos, saber que se vuelve bienestar colectivo, saber que se vuelve antorcha, saber que se vuelve redención, saber que sea promesa y no amenaza, saber que rompe intereses egoístas, para darse en obras generosas; debemos desechar posiciones de beneficio personal, debemos abandonar aquellas en que se cree que el mundo se hizo para nuestro bienestar; no divaguemos de rodillas ante el pasado por glorioso que sea; él pertenece a otros hombres que ya cumplieron su misión; lo que debe interesarnos es elaborar el presente, que es lo que habrá de hacernos dignos ante lo porvenir. En este crepúsculo de los dioses sin alma, finquemos el mundo de los hombres de espíritu porque el saber, si quiere transmutarse en cultura auténtica habrá de ser para beneficio del hombre, sin distinciones. Lo que interesa, salvado es propósito, es que sepáis escoger aquellas actividades que más cuadre a vuestras capacidades y nunca a vuestros deseos ni a vuestras posibilidades económicas; la orientación profesional debe ser una de las actividades fundamentales en toda escuela como ésta que inauguramos hoy”.
“Para vosotros jóvenes estudiantes, se creó esta fuente de la cultura donde la ciencia forja paladines de alma fuerte y redentora; sí así no fuere, no cumpliría con su misión histórica; el Ateneo Fuente tiene un glorioso pasado y es menester que tenga un presente también glorioso; por eso debe abrirse a todos los rumbos, hacerse accesible a todos los hombres; para construir este palacio fueron menester sacrificios sin cuento y es necesario que lo que produzca amerite ese esfuerzo; los gobiernos de mañana ya podrán dedicarse a mejorar y ampliar la Escuela Rural y Primaria Urbana, que será la base de este Ateneo”.
“Yo les aconsejo rebeldía, jóvenes que me escucháis, pero rebeldía no en el sentido caótico de los desplazamientos sin objeto, sino que se caracterice por una actitud siempre nueva ante el mundo; no conformismo que os haga permanecer en pie ante nuestros problemas; aquí en esta Escuela es donde deben echarse las bases de vuestra ética profesional; por eso es menester hablar de estos asuntos; sólo os pedimos que en el aula y en la vida honréis a vuestra Escuela, que si ayer fue una brillante realidad, hoy es una luminosa esperanza”.
“A vos, C. Gobernador, que habéis continuado la brillante trayectoria que iniciara el general Pérez Treviño, arquetipo de virtudes ciudadanas, os queda la satisfacción de haber construido esta casa de la cultura; cuando los hombres crucen por estas tierras norteñas os recordarán como a un hombre de bien que supo de acciones generosas y de obras constructivas; bien ganada tenéis a la posteridad, porque la vida de los hombres no debe medirse por su transcurso por el mundo, sino por la cantidad de bien que dejaron tras de su paso, por las obras que los recuerden en el corazón de la humanidad.”
“Al entregar este edificio, tengamos fe en la juventud y hagamos votos porque su labor, sea luz en su entendimiento, amor en su corazón y obra de salvación en sus manos”.
Hoy a todo ello, sólo agregaremos que este centro educativo, no es de ninguna persona o grupo de personas en particular, es un patrimonio de cultura que se ha construido en función de los intereses del conocimiento de todo el pueblo coahuilense y su función general es servir a la comunidad. |